Observo a la gente desde las alturas de la azotea más alta, del edificio más alto, de la calle más concurrida de este lugar llamado mundo, en el que cuanto más tiempo paso en él, más cuenta me doy de que la gente hoy en día solo tiene prisa, todos los ciudadanos de este lugar llamado mundo corriendo de un lado para otro, concentrados en sus móviles, en sus agendas apretadas de cosas que hacer, en las llamadas de teléfono de esta o aquella reunión importante que puede decida su futuro, de miradas perdidas en el horizonte sin rumbo fijo salvo el de llegar pronto al siguiente punto de su ruta.
Gente que no para a disfrutar de las pequeñas cosas del día a día que se les ofrece porque están demasiado ocupados mirando a un punto fijo en la nada y no pueden apreciar lo que la vida les regala cada día. Detente un momento, respira hondo, mira a tu alrededor y podrás encontrar millones de cosas que cambien tu día, porque los pequeños detalles son los que cuentan, y esos detalles, están en donde menos te lo esperas, solo tienes que detenerte un segundo y observar.

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