Porque es en los momentos en los que el viento sopla fuerte en tu contra y te impide avanzar, en los que de verdad debes mostrar tu valía, mostrar que ni el viento más huracanado logrará derribarte. Mostrar que simplemente te pondrá contra las cuerdas para probarte, para probar que eres más fuerte que eso y que puedes sujetarte con tanta fuerza que ni el mayor de los huracanes ni tornados logrará llevarte volando lejos de tu objetivo.
Y es que, para a pensar por un segundo, respira hondo y piensa en todo lo que aprendes gracias a ello. Aprendes a hacerte fuerte, a crecerte ante las adversidades y a conseguir probar a todos, pero sobre todo a ti mismo que puedes con todo lo que te propongas pese a todo. A probar que ni el mayor de los obstáculos que el destino decida poner en tu camino impedirá que llegues a la meta, pues quien algo quiere, algo que le cuesta y es que a nadie le viene dado nada sin luchar antes por ello.
Por eso, lucha, continua y avanza, pero nunca te detengas, aunque el viento te empuje lejos, aunque sientas que la marea te lleve tan dentro que no consigas ver tierra firme, nunca te rindas y sigue adelante porque nada dura para siempre, y piénsalo, ¿valoraríamos tanto un arco iris o un día soleado sin antes haber pasado una tempestad?

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