Yo no debo nada a nadie

Todo el mundo tenemos nuestros momentos de debilidad, nuestro momento de rebosar el vaso y decir "Se acabó, mi paciencia y mi límite se termina aquí y ahora mismo." y no por ello somos mejores o peores personas que otras, sino que simplemente nos hartamos de aguantar actitudes y desprecios que no creemos merecer ni merecemos.
La gente a tu alrededor dice no ser la culpable y suelen acarrear los problemas de tu vida a ti mismo, que la situación en la que estás sola y únicamente la has provocado tú y se creen además, poseedores de la razón y la verdad sobre todo, dejándote a ti por menos o menospreciando lo que haces.
Todos, y sino es así que alguien lance la primera piedra, hemos vivido uno de estos momentos y cuando lo único que necesitábamos era a alguien, no lo hemos encontrado, y cuando lo único que necesitábamos era un abrazo, nadie nos lo ha dado, y cuando lo único que necesitábamos era un todo va ir bien, no lo escuchamos en boca alguna. Pero cuando el vaso rebosa, si he obtenido reproches, si he obtenido menosprecios, si he obtenido malas caras, si he obtenido faltas de respeto, si he obtenido malas palabras.
Y es que en las buenas es muy fácil, incluso demasiado, estar al lado de alguien pero en el momento de la verdad, en los malos momentos sale a relucir la verdad oculta tras cada persona, tras cada sonrisa falsa, tras cada abrazo fingido. En los malos momentos, es cuando te das cuenta de que mucha gente no hace las cosas porque las sienta así sin querer obtener nada a cambio, sino que usará todos y cada uno de los favores y las ayudas que recibiste de ellos como argumentos en las disputas que sucedan para echar en cara, que oye, que estuvieron ahí y te ayudaron y nadie lo hizo, que igual les debes demasiado por lo que hicieron por ti. Pero oigan, yo no debo nada a nadie.

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