Breve Historia

Era una noche oscura y lluviosa de otoño en el barrio de Manhattan, cuando Linsey volvía del trabajo andando pues perdió el último autobús que llevaba a su casa. Estaba a un par de manzanas apenas de llegar cuando empezó a notar una extraña sensación que la invadía el cuerpo, como si alguien estuviese respirando en su nuca, presentía como que alguien la seguía y llevaba haciéndolo largo rato unas cuadras más atrás.
Linsey empezó a pensar en las advertencias que su madre le había dado cuando le contó que se mudaba a la gran ciudad, pero ella hizo caso omiso a su madre y a sus advertencias. Tal vez, si le hubiese hecho caso en aquel momento, no hubiese ocurrido lo que más tarde en el día ocurriría...
El nerviosismo que la inundaba hizo que una cosa tan simple como introducir la llave en la cerradura resultase imposible, y cuando al fin logró conseguirlo, alguien la agarró fuertemente por detrás empujándola a los asientos traseros de una vieja furgoneta de lunas tintadas. En ese instante supo que algo iba mal, que estaba perdida.
No tenía la más mínima idea de donde se encontraba, a su alrededor solo se encontraba con la compañía de la oscuridad y un profundo y tenso silencio que hacía de sus pensamientos un tornado de todo tipo de situaciones que podían ocurrir. Todos esas ideas se repitieron  a un ritmo frenético a lo largo de todo el trayecto, que para su suerte o desgracia, fue demasiado corto.
De repente, la furgoneta se detuvo bruscamente y la puerta se abrió, apareciendo tras ella un hombre adulto de unos cuarenta años que ató sus manos y vendó sus ojos con el objetivo de que no tuviese una ligera noción de donde se encontraban. Pero poco antes de que el hombre lograse ponerla la venda, pudo divisar un frondoso bosque cerca de unas montañas y una pequeña charca a la entrada de lo que parecía tratarse de una pequeña senda.
Notó un tirón en su brazo y comenzó a caminar a paso ligero debido a los empujones que estaba recibiendo de aquel hombre que la vigilaba unos pasos más atrás por si intentaba escapar o hacer cualquier tontería.
Al fin, pararon la caminata y pudo oír el ruido de la llave girando en la cerradura y más tarde como se cerraba de un portazo la puerta tras ella. Poco después, el hombre retiró su venda y desapareció dejándola encerrada en una habitación, de lo que parecía una cabaña abandonada por el mal estado en que se encontraba.
Comenzó a sollozar pensado en lo que podría pasar, cuando notó una mano en su hombro lo que la sobresaltó. Al girarse y echar un vistazo a su alrededor pudo ver a una joven menor que ella en unas pésimas condiciones, por lo que debía llevar allí encerrada largo tiempo.
Las horas pasaban y aquel hombre no daba señales, su cabeza empezó a dar vueltas a todo buscando una forma de escapar.
Ambas intentaron escapar buscando el mínimo recoveco por el cual lograr huir, pero todo esfuerzo que hicieron fue en vano, lo cual no hizo que se rindiesen y se diesen por vencidas.
De repente oyeron unos pasos, y vieron como aquel hombre aparecía de repente en la habitación y cuando vio las intenciones que tenían las jóvenes montó en cólera, y sacó del bolso trasero del pantalón lo que parecía un revólver del calibre 32 y disparó sin más titubeos.
Linsey miró al frente viendo como el hombre huía y como su libertad y su vida se estaban desvaneciendo poco a poco sin que nadie pudiese ayudarlas y sin que nadie nunca supiese lo que había ocurrido en aquella cabaña apartada.
Miró a su derecha, vio a aquella joven que había conocido apenas unas horas antes y en su último soplo de vida, agarraron fuertemente una la mano de la otra dándose fuerzas y aceptando su final.
Poco a poco fueron viendo como su vista se iba nublando cada vez más hasta caer desplomadas al suelo y cerrar los ojos para siempre, dando lugar a una negrura infinita de la que jamás podrán despertar.
















Comentarios

Entradas populares de este blog

Cambiando

Se dejaba llevar...